Este vino destaca por sus envolventes aromas a frutillas y frambuesas con toques a tostado. En boca se siente jovial, con notas terrosas y un persistente final. Un tinto fresco ideal para abrir el apetito.
Pinot Noir
Roberto Henríquez es uno de los pequeños productores invitados. Este País nace de parras de 200 años plantadas a pie franco en el Valle de Bío Bío, con un trabajo sustentable de los suelos en diversas geografías y la belleza de vivir una viticultura campesina.
La fermentación se hizo en lagares de raulí y hormigón, y la guarda en barricas viejas de varios usos para no enmascarar la fruta.
En nariz se siente terroso, con frutos rojos maduros, pimienta negra y hojas de tabaco. En boca es amplio, jugoso y firme.
Carter Mollenhauer es uno de los pequeños productores invitados. Se trata del proyecto familiar del matrimonio compuesto por los enólogos Karine Mollenhauer y Edgar Carter.
Este Cinsault pretende más que mostrar la tipicidad de la variedad, expresar el lado mineral de los suelos graníticos de Guarilihue Alto. Los aromas frutales tan característicos del Cinsault se entrelazan con un cautivador lado mineral. Hay una nota rocosa y ahumada, con taninos granulares. Es serio, fresco y lleno de carácter.
En nariz es muy expresivo, con notas a guindas y hongos complementadas con sutiles toques de vainilla y toffee. En boca destaca por su cuerpo suave y fruta negra fresca.
En nariz tiene notas a higos secos con harina tostada, otorgadas por su guarda de 8 meses en barricas. En boca encanta con sus notas frutales de cereza, guinda y ciruelas, pero mantiene una estructura firme.
JP Martin es uno de los pequeños productores invitados. Garnacha De Cal viene de viñedos muy extremos, plantados sobre suelos ricos en cal (calcáreos) y con influencia costera, ubicados en el Valle del Huasco (Atacama). El vino se fermentó en un 70% con racimo entero, lo cual le entrega mucho carácter en boca, destacando por sus matices florales y frutales. De paladar fresco, tenso, con notas a pólvora y humo.
Es una garnacha única, rodeada del paisaje desértico de Atacama, una de las últimas fronteras del vino chileno.
Este Carmenere destaca en nariz con mucha expresión a berries, flores secas y toques de pimienta.
En boca se muestra frutoso y fresco, acompañado de una rica acidez y taninos dulces y gentiles.
Tiene atractivos aromas de frutas negras, especias y chocolate negro. En boca, los taninos envuelven y cautivan en una textura sedosa, que se mezcla con notas frutales dulces y especiadas.
Con la idea de hacer la mejor expresión del Carmenere, este vino se guardó 14 meses en barricas de roble francés (80% de primer uso y 20% de segundo uso), para luego pasar 12 meses de crianza en botella.
Es un vino muy elegante, complejo, con notas a arándanos, berries silvestres, grafito, pétalos de rosas y un dejo de pimienta negra.
Lleno en boca, frutoso y sabroso, fresco, con taninos dulces y sedosos. Tiene un retrogusto largo y distintivo del terruño de Peumo.
En nariz tiene toques de mora, guinda negra y chocolate. Su expresión en boca es una mezcla de sabores a frutas negras maduras y flores violetas, con taninos suaves, livianos y dulces.